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DEL COMPONENTE JUDICIAL DE LA VIOLENCIA

Sobre la psicología de la impunidad y su relación con la violencia

Especialista en Comunicación Política

MBA. LUIS HERRERA ROMERO

Publicado: 2016-09-26

Uno de los libros más importantes sobre la administración de justicia, es la obra del jurista francés Rene Floriot titulada “Los errores judiciales”; en ella, con gran agudeza luego de analizar una serie de casos famosos en Francia – entre ellos el caso Dreyffus – donde se demostró que la sentencia se sustentó en un análisis erróneo de la prueba pericial; concluyó que no existe mayor fatalidad en la justicia que incurrir en un error judicial; por tal razón, señala el autor, es preferible dejarlo impune (el hecho). “Todo es preferible al error, cuya sola posibilidad sobrecoge la conciencia”. 

Esta tesis, esencial en la administración de justicia, cobra especial interés por la reciente sentencia dictada por la Corte Superior de Amazonas, en el expediente Nº 00194-2009, más conocido como el caso “Bagua”; en donde se absuelve a 52 nativos de las imputaciones fiscales de ser presuntos autores directos o instigadores de la presunta comisión de los delitos de homicidio calificado, lesiones graves, entorpecimiento al funcionamiento de los servicios públicos, arrebato de armamento o municiones de uso oficial, tenencia ilegal de armas y daños agravados; y donde el concepto de “impunidad”, adquiere una nueva dimensión.

Esto por cuanto, si bien la sentencia reconoce (Pág. 310), que la muerte de los efectivos policiales “habría sido ocasionada por elementos punzocortantes, encache, tracción violenta y arrastre”; la misma indica que no es posible hablar de la comisión de un homicidio calificado y/o alevosía, por cuanto, “el equipo policial estaba consciente de las circunstancias reales del evento (…) más aún si se tiene en cuenta que en su conjunto constituyen un equipo debidamente entrenado (Pág. 312), no siendo posible individualizar a los autores directos de estos hechos, porque si bien, algunos de los armamentos pertenecientes a los efectivos policiales fueron incautados, “las actas de incautación se realizaron sin presencia del abogado defensor y representante del Ministerio Público, no hubo traductor y que en juicio los acusados declararon que fueron obligados a firmar las actas, lo que ha demostrado que las referidas declaraciones estuvieran maculadas de infracción a los derechos fundamentales de los declarantes” (Pág. 370); agregando que “si bien hubieron muertos, el paro amazónico fue pacífico, siendo que las comunidades nativas tienen la potestad de resolver sus conflictos conforme las reglas del derecho consuetudinario que el Estado reconoce y acepta” (Pág. 355).

Y hablamos de una nueva dimensión de la impunidad, por cuanto, si bien la sentencia evita caer en un error judicial, al no poder individualizar, luego de siete años, a los autores directos de los hechos; por otro lado, refuerza una sensación de impunidad que afecta la psicología organizacional de las fuerzas del orden para accionar contra la violencia y por otro, fortalece la psicología organizacional de la delincuencia común, social y política que observa la incapacidad del Sistema de Administración de Justicia para investigar e imponer sanciones; lo que en resumidas cuentas fortalece la idea de que el respeto a la ley se ha perdido.

En este ambiente, si la muerte de nuestros policías y militares no puede ser sancionada como la de cualquier otro ciudadano; si por el contrario, los buenos policías y militares son juzgados o comprendidos en escuadrones de la muerte, y además, asistimos al espectáculo por televisión de una romeria con simbología senderista incluida y al aumento de la delincuencia común y organizada; cabe preguntarse ¿Qué tipo de país estamos formando?, ¿Qué rol le compete al sistema de administración de justicia para enfrentar la violencia?, ¿Cómo formamos una conciencia colectiva de respeto a la Ley?; estas son preguntas de fondo que las autoridades judiciales y políticas en general deben merituar para evitar que la ineficiencia en sancionar a los delitos se convierta en un factor provocador de violencia; lo contrario, es pensar que nos encaminamos a ser una nación fallida debido al crecimiento de un espiral de violencia que difícilmente podremos controlar.


Escrito por

LUIS HERRERA ROMERO

Especialista en Comunicación Política.


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